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miércoles, 26 de abril de 2017

Querido Miguel. Natalia Ginzburg

Querido Miguel

Natalia Ginzburg


Este libro nos presenta la historia de un hijo perdido, Miguel, que abandonó de joven su familia, que se casó en un país lejano y que, tras una vida poco ordenada, murió en otro país lejano en circunstancias poco claras. Su madre podrá llorarlo, pero no entender sus secretos. Retomando una vieja forma narrativa, la novela epistolar, Natalia Ginzburg enhebra con maestría asuntos nucleares de su quehacer literario: la relación entre generaciones y la proximidad y lejanía de lo humano. Si bien esta novela se sitúa bajo el signo de la dispersión de los sentimientos y de su incomunicabilidad, apunta, por encima de todo, a la soledad esencial y su vacío.

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El género literario basado en la comunicación epistolar tuvo su auge pero en los últimos tiempos parecía como si no existiera. Cuando uno escribe una carta a un familiar o a un amigo no se complica la vida con giros semánticos o barroquismos literarios: dice lo que quiere decir lo más clara y llanamente posible. Eso es lo que primero he notado en este interesante novela de Natalia Ginzburg: su asombroso lenguaje claro y directo.
Natalia Ginzburg nació en Sicilia como Natalia Levi y pronto emigró a Turín. Allí sufrió persecución por ser judía y antifascista. Se casó con Leone Ginzburg, de origen ruso, profesor de esta lengua y también notable antifascista. Durante la guerra fue detenido, torturado y asesinado en la cárcel Regina Coeli de Roma en 1944.
Su novela más famosa (galardonada con el Premia Strega) fue "Léxico familiar", Una autobiografía que tuvo un gran éxito de ventas. Tratándose de una escritora italiana tan importante, sorprende un poco que haya sido tan escasamente traducida al castellano.

Volviendo a nuestra lectura hay que señalar que no toda la trama es expuesta por medio de las cartas que se cruzan entre sí los disntintos personajes, sino aquello que puede contribuir a una mejor comprensión de la historia, está escrito en prosa corriente. Es el juego de ambos géneros que resulta interesante al lector.

Natalia Ginzburg se especializó en las narraciones centradas en los avatares de la familia y aquí no hace una excepción. El centro de la novela es Miguel, el hijo pródigo (en el sentido que se va de casa porque es pródigo no con los demás, sino consigo mismo) y como satélites giran a su alrededor, su madre Adriana, su hermanas y un personaje del todo singular, Mara que tiene un hijo que "quizás" podría ser hijo suyo... pero probablemente no lo sea. Nos enteramos e las vidas y las desgracias de todos ellos por sus cartas.

Miguel es un "nini" mimado y consentido, tanto por su padre, un pintor de cierto éxito frío y distante con todos, como por su madre, una mujer amargada y sola que a la que también le disgunta casi todo el mundo con que el que tiene graves problemas de comunicación.

El padre adora a Miguel. Es el único. Prácticamente ignora a sus cuatro hijas. La madre da en el clavo cuando explica por carta el por qué de esta preferencia:

"El único que le importaba eras tú. Y su cariño por tí parecía estar dirigido no a tí sino a otra persona que él se había inventado y que no se parecía a tí en nada"

Esta es una característica de todos los personajes: viven "haciéndose películas" y conjeturando cómo es cada cual sin enterarse realmente ni de lo que está ocurriendo ni por qué no pueden comunicarse unos con otros.

Se supone que Miguel está metido o relacionado con algún grupo antifascista (la novela está relatada a lo largo de 1971, un año crítico para Italia desde muchos puntos de vista) pero no se sabe el por qué y hasta qué punto está involucrada su muerte con el terrorismo. Desde luego su familia no tiene la menor idea de lo que está haciendo desde que se marchó de casa ni por qué lo hizo.

La madre le escribe: "No te eduqué. Tu padre, por supuesto, tampoco te educaba, porque se le había metido en la cabeza que eras educadísimo de nacimiento. Con lo cual a tí no te ha educado nadie. Has salido un poco calamidad, pero no estoy muy segura de que lo hubieras sido menos si te hubiéramos dado algún tipo de educación. Tampoco he educado a tus hermanas porque me siento como una persona que no me cae simpática y para educar a otro hay que tener un poco de confianza en sí mismo"

Miguel es un ser egotista que espera que todo el mundo le resuelva los problemas. 

Se casa en un plisplas con una americana fea pero inteligente. Profesora de física nuclear. La cosa dura ocho días porque... escribe Miguel:
"Eileen es muy inteligente, pero he descubierto que toda esta inteligencia suya no me sirve de nada, porque se canaliza hacia cosas que no tienen absolutamente nada conmigo, como la física nuclear. En el fondo, preferiría tener una mujer tonta, que escuchase con paciencia y tontamente."

Entre el resto de los personajes destaca Mara, la madre soltera de la que antes hablaba. Su vida es como una mesa de pinball. Va dándose porrazos de situación en situación, esperando que alguien le saque las castañas del fuego y siempre, siempre cayendo hacia abajo. Es un personaje maravillosamente dibujado por la autora. Sólo por él vale la pena leer esta novela.

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