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martes, 21 de marzo de 2017

Me casé con un comunista. Philip Roth

Me casé con un comunista

Philip Roth

Ira Ringold era un famoso actor de un programa radiofónico. A todo el mundo le entusiasmaba su célebre papel de Abraham Lincoln, cómo se convertía en el personaje y recitaba sus discursos como si fuesen suyos. Rudo, fuerte y con una obsesión por cultivar su inteligencia, todo el mundo quería a Ira Ringold, quien también fue héroe de guerra. Tal era su éxito que se casó con una estrella del cine mudo de los años 20, Eve Frame, y juntos disfrutaron de un reconocimiento social solo al alcance de las más altas esferas. No obstante, Ira tenía un defecto, y es que precisamente su fuerte como actor, la pasión, le jugó una mala pasada cuando se mezcló con su ideología política. El origen de esta lo encontramos en la guerra, durante la cual Ringold, al que conocían como Hombre de Hierro por su fortaleza física, conoció a Johnny O’Day, compañero de trinchera que le transmitió su amor por los desheredados, su anhelo por un gobierno de los más débiles, de los parias de la Tierra… En definitiva: se empapó de marxismo, y eso, en los años 50 en EEUU, era motivo suficiente para ser señalado por la sociedad y caer en desgracia.

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Todo eso que dice la sinopsis oficial del libro es verdad pero, a mi modo de ver, no refleja la complejidad de un libro de estas colosales dimensiones. Es como si leyéramos una verión simplificada de una tragedia de Shakespeare por que eso es esta obra: una tragedia escrita con un lenguaje culto pero aparentemente sencillo.
Podría pensarse que el protagonista es Nathan Zucherman, un escritor y periodista que es el "alter ego" de Philip Roth y que aparece en muchas de sus novelas. Pero sólo es una apariencia. La novela narra la tragedia de Ira Ringold, un gigante cargado de rabia y cólera, que sale de cavar zanjas y termina como estrella de la radio en los cincuenta, y su esposa Eve Frame (la doble de la ex mujer del autor, Claire Bloom) maravillosa, elegante, de dicción perfecta y que nadie entiende cómo pudo enamorarse de un bruto como Ira. Pero una tragedia de la fuerza de un tsunami no puede conocerse si no hay espectadores que la cuenten y la interpreten. Estos espectadores son el hermano de Ira, el profesor Murray Ringold y el joven Zucherman. Ellos son los que dan sentido a una historia que, en principio, carece de él.
Ira necesita a su lado alguien que le refrene la rabia que corre por sus venas y que, en cualquier momento, puede entrar en erupción. También necesita una cobertura para sus actividades como miembro del Parido Comunista. Eve, divorciada varias veces, sentía que debía ser protegida por un bruto que no entrara en conflicto con su hija, su auténtico látigo.

"Su vida romántica consistía en cambiar de brutos. Si aparecía un bruto, ella era la primera aspirante a quedárselo. Necesitaba al bruto que la protegiera, y necesitaba que el bruto fuese intachable. Sus brutos eran la garantía de la inocencia que atesoraba. Arrodillarse ante ellos y rogarles era de la mayor importancia para Eve. Belleza y sumisión, eso era lo que regía su vida, la llave que le daba acceso a la catástrofe.
Necesita al bruto para redimir su pureza, mientras que el bruto, por su parte, necesita que lo amansen. ¿Qué puede ser mejor para domesticarlo que la mujer más airosa del mundo? 

Esa era la clave del incomprensible amor entre la bella y la bestia.

Pero, claro, no están ellos solos. Están los Estados Unidos de América recién salidos de una guerra patriótica y cargados de palabras huecas y de hipocresía. Un país donde funcionaba el Comité Doméstico de Actividades Norteamericas del Senador Joseph McCarthy con sus listas negras y donde era muy fácil que te tacharan de comunista si te manifestabas algo discrepante de la verdad oficial.

Y cuando todo empieza a desmelenarse Eve escribe el libro "Me casé con un comunista".

"Todo el mundo se llenaba la boca con la palabra comunista y nadie en Estados Unidos tenía la menor idea de qué diablos era un comunista. ¿Qué hacen, qué dicen, qué aspecto tienen? ¿Cuando están juntos hablan en ruso, chino, yiddish o esperanto? ¿Fabrican bombas? Nadie lo sabía, y por ello era tan fácil explotar la amenaza como lo hacía el libro de Eve."

Sólo quiero dar unas pinceladas para dar una idea de lo complicado de los sentimientos que son la savia de toda la trama de un libro muy bien construido, con personajes creíbles y contradictorios.
Como la vida misma,
 



1 comentario:

  1. me ha entusiasmado y desearía que todos mis amigos la leyeran para que pasaran tan buen rato como yo lo he pasado. Carmen Cedrón

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