Siguiendo una costumbre sarda
cuyos orígenes se pierden en el tiempo, una anciana y una niña se unen a través
del sagrado vínculo de la adopción del alma. Estamos en Soreni, un pequeño
pueblo de Cerdeña, en los años cincuenta. Bonaria Urrai, la modista del lugar,
mujer de antigua belleza y perenne soledad, ha adoptado a Maria, cuarta hija de
una familia humilde que la descuida. Así pues, la vida de la niña, ahora fill’e
anima «hija de alma» de la tía Bonaria, se transforma por completo, y a su fina
percepción no escapa el aura de misterio que envuelve a su nueva madre: los
largos silencios, las extrañas salidas nocturnas y la sombra de temor que
enciende los ojos de quienes se cruzan en su camino. Y aunque Maria crece feliz
y amada junto a Bonaria, en realidad ignora una verdad que todos conocen:
además de coser vestidos, su madre de alma es la mujer que reconforta a quienes
se acercan al final del camino. Cuando llega la hora, es a ella, la acabadora,
a quien buscan para proporcionar a los moribundos una muerte piadosa, el
supremo gesto de amor de la última madre.
Mi comentario
Uno no puede ser del todo
imparcial y objetivo. Se tienen filias y fobias y resulta muy difícil escapar
de ellas. En mi caso tengo adoración por Cerdeña- Una islas mediterránea,
maravillosa y poliédrica. Llena de luz y de sombras. Como también mis raíces
son isleñas y mediterráneas puedo entender lo que se llama “Profonda Sardegna”
porque conozco y amo la “Mallorca profunda”. Aquella que viene de lo oscuro, de
lo ignoto y de siglos y siglos de historia.
“La acabadora” es una
historia que proviene de esta oscura profundidad. Que yo sepa no hay ni hubo “acabadoras”
en Mallorca. Pero tampoco pondría una mano en el fuego.
Hace unos días, en la noche
de la verbena de San Juan, en muchos pueblos de Mallorca se reunían los vecinos
y “pasaban” a los bebés por debajo de un árbol de acebo en un rito claramente mágico.
En este ámbito de lo mágico nada me extrañaría en una isla mediterránea.
Michele Murgia conoce estos
misterios de Cerdeña entre los que destacan estas mujeres que “ayudaban” a
traspasar el río entre este mundo y el otro. Una costumbre que, como tantas
otras, era plenamente consentida y asumida por las sociedades rurales aunque
fuera contradictoria con la fe cristiana que era supuestamente era la
dominante.
La otra costumbre, la de la “hija
del alma”, también es muy curiosa y, para mí, era desconocida. Se tratade una especie de adopción de aquellas niñas
que no podían ser alimentadas y cuidadas por su familia natural, con la que
continuaban manteniendo una estrecha relación pero era educadas y mantenidas
por una mujer a la que llegan a respetar y querer como a su madre.
Una historia rural llena de
peculiaridades que asombran pero que interesan.
Mientras pasa el fin de
semana en familia, el brigada Bevilacqua recibe el aviso de que el cadáver de
la alcaldesa de una localidad levantina, cuya desaparición había sido
previamente denunciada por el marido, ha sido hallado por unos turistas en la
playa. Para cuando Bevilacqua y su equipo llegan y se hacen cargo de la
investigación, el juez ya ha levantado el cadáver, las primeras disposiciones
están tomadas y se está preparando el funeral.
El lugar es
un avispero en el que se desatan todo tipo de rumores sobre la víctima, una
joven promesa que venía a romper con los modos y corruptelas de los viejos
mandarines del partido y que apostaba por renovar el modo de hacer política.
Además, el descubrimiento de su agitada vida sexual, que puede calificarse de todo
menos insípida, arroja sobre el caso una luz perturbadora.
Pero no hay
mucho tiempo para indagar y en esta ocasión Bevilacqua y Chamorro deben
apresurar una hipótesis en un fuego de intereses cruzados, en el que la causa
de la joven política es también la causa de la integridad personal, de la que
el país entero parece haberse apeado.
Mi comentario
Como en todas las novelas
seriadas, el lector asiduo conoce a los principales personajes y ahorra
descripciones y caracterizaciones. Silva, que conoce muy bien el Benemérito
Cuerpo, pinta un cuadro muy realista de la Guardia Civil actual que poco tiene
que ver con los picoletos franquistas, sin ocultar las luces y las sombras de
una investigación llevada por ellos,
En este caso la alcaldesa
asesinada es un “cuerpo extraño”. Una idealista empeñada en cambiar un sistema
corrupto enquistado desde hace muchos años en nuestra sociedad.
Silva lo explica muy bien en
una conversación entre el Brigada Bevilacqua y la sargento Chamorro:
“Pasamos junto al perfil irreal de la Ciudad de las Artes y las
Ciencias, que iluminada en plena noche parecía aún más fantasmagórica. Su
imagen, la de esos cuerpos extraños emplazados en la médula de aquella vieja
ciudad, se me antojó simbólica, de un tiempo y un lugar que eran los de la
historia que nos había tocado reconstruir. Una historia en la que algunos,
desoyendo las advertencias de ese grillo abatido por la ciega codicia, habían
dejado que elementos extraños, tan tóxicos como perturbadores, entraran en el
reducto al que no pertenecían y donde nunca habrían debido ser admitidos, el de
los intereses y los asuntos públicos, con trágicos resultados. No dejaba de ser
una paradoja que el obstáculo con el que habían tropezado hubiera sido alguien
como Karen, que era a su vez un cuerpo extraño entre los suyos, una persona
capaz de anteponer sus principios a las componendas, alguien que, como decía
Pereira, ni encajaba ni debía estar allí.
—Cuerpos extraños —dije, poniendo en
voz alta mi pensamiento.
—¿Qué? —preguntó Chamorro.
—Me ha venido la idea viendo esos
edificios. Se supone que el organismo los rechaza y por eso suele delatar su
presencia con molestias, o expulsarlos, pero a veces se instalan, el cuerpo se
acostumbra, y no es posible librarse de ellos a menos que alguien los extraiga.
—¿Y a qué viene eso, ahora?
—A lo que nos trajo aquí. Unos
cuerpos extraños que se esconden entre nosotros, que a veces dan señales, los
detectamos y los extraemos, pero otras veces no, se acomodan, se rodean de una
cápsula de tejido y ahí se quedan, minándonos poco a poco. Nuestra pobre
alcaldesa no tuvo tanta suerte. También era, a su modo, una intrusa en el
organismo al que había ido a parar. Pero a ella sí que la expulsaron.”
Estaba leyendo estas líneas
mientras el Telediario sacaba la noticia (no por esperada, menos importante) de
la imputación de la Infanta Cristina por el intrépido (no sé exactamente si el
calificativo es el adecuado) Juez Castro. Una imputación escrita en un auto de
doscientas y pico páginas que será recurrido, no sólo por las defensas de los
muchos acusados, sino también por el Fiscal Anticorrupción y la Hacienda Pública
creando una situación bastante inusual.
Espero que mi admirado Pepe
Castro no termine como la imaginaria alcaldesa de Silva, pero lo que es seguro
es que se ha convertido en un “cuerpo extraño” de los que se describen en esta
novela, dentro de una España convulsa, desorientada, harta de corrupción a
todos los niveles y necesitada de que estos “cuerpos extraños” que están
remando contra corriente, no sean expulsados por el cuerpo social, sino
asumidos y elevados a los altares.
Esta novela es un excelente
entretenimiento para las vacaciones.
Tras participar como joven
oficial en las batallas navales de Okinawa, Philip Bowman vuelve a casa y,
después de pasar por Harvard, consigue un empleo en una pequeña editorial de
renombre en Nueva York. En esa época, la edición atañe a un puñado de
editoriales en América y Europa que desarrollan su negocio en una frenética
actividad social: cócteles, cenas, encuentros en apartamentos de leyenda y
conversaciones que se alargan hasta altas horas de la madrugada. En esos ágapes
mundanos donde se fraguan acuerdos furtivos y se deciden carreras literarias,
Bowman se siente como pez en el agua. Sin embargo, pese a su éxito profesional
y a sus infalibles dotes de seductor, el amor duradero parece eludirlo. Cuando
finalmente conoce a una mujer que lo fascina, Bowman emprenderá un camino que
nunca había pensado transitar.
La
narración de Salter es un deslumbrante y en ocasiones devastador laberinto de
amor y ambición, un retrato intimista de las conmociones y los placeres de
estar vivo. El éxito comercial de esta obra cumbre —llegó a los primeros
puestos del NYT— contribuirá sin duda a que un público mucho más amplio
disfrute de la maestría narrativa de uno de los autores norteamericanos más importantes
de su generación.
Mi comentario
A mediados de abril de este
año James Salter concedió una entrevista a Jorge Volpi para las páginas
culturales del País. Les recomiendo su lectura para entender mejor este
extraordinario libro. Lo podrán encontrar aquí.
Para mí, Salter es el
escritor vivo que mejor describe al ser humano moderno. Y lo hace con una prosa
prodigiosa: sencilla, directa en la que cada palabra parece encajar
perfectamente en el lugar que le corresponde para poder dibujar una realidad
compleja.
El sistema de arquitectura
literaria que usa es muy peculiar. Si bien existe un protagonista, Philip
Bowman, la narración no se centra exclusivamente en él, sino que, a medida que
éste se relaciona con otros hombres y mujeres, el hilo narrativo se desplaza
para explicar las historias, las aventuras y desventuras o los dramas de estas
personas. Así uno tiene la impresión de que está navegando por los brazos de un
río que va diversificándose más y más a medida que avanzas. O que uno pensaba
que estaba en el tronco de un árbol y de pronto avanza por una rama y por
otra... etc. Pero, por supuesto siempre acabas volviendo al tronco, a Bowman.
Este entramado te hace vivir no sólo una trama, sino literalmente cientos de
subtramas. Unas más importantes que reaparecen en diferentes capítulos y otras
que simplemente se describen y desaparecen sin dejar más huella. Ello le
permite dibujar a brochazos tota una panoplia de seres humanos a los que Salter
examina con mirada de entomólogo aprovechando de las ventajas que le da el
escribir como un narrador omnisciente.
La figura de Bowman es de un
trabajo de un perfeccionista. Salter tardó 35 años en escribir este libro. El
mismo confiesa que entretanto hizo otras cosas, guiones, etc. pero que iba
recopilando historias y vivencias para verterlas en Todo lo que hay. "Yo no
invento mucho, dice en la entrevista. Normalmente tomo personajes de gente que
conozco e introduzco rasgos de ficción en ellos."
Sorprende que Bowman sea tan
impulsivo con las mujeres y, al propio tiempo, tan incauto. Ama a las mujeres
pero no las entiende en absoluto. Siempre le sorprenden o lo descolocan.
Dice Salter:
"En cierto sentido, Bowman
pasa su vida buscando el amor. El sexo también, pero más el amor. Él no separa
una cosa de la otra. ‘Primero la carne, luego el alma’, dijo alguien cuyo
nombre no recuerdo. Esto ya no se dice, parecería que debe ser a la inversa,
pero en mi novela es así. Bowman se casa; luego tiene una aventura con una
inglesa, que sigue su curso y que no puede durar mucho porque viven en países
distintos, hasta que se enamora de una mujer en Nueva York: esta relación es el
centro del libro, y es solo la tercera mujer que se menciona.
En efecto, la plácida vida de
Bowman como editor literario solo se ve alterada por estas relaciones
sentimentales, sobre todo por la que mantendrá con esta mujer. De ella se
enamorará completamente y juntos comprarán una casa —al fin un hogar—, que se
revelará solo como un espejismo movido por la traición. Y es allí donde,
inesperadamente, asistimos a un acto sorprendente y terrible: la venganza de
Bowman. El hombre en apariencia apacible usará a la hija de su antiguo amor
para tomarse la revancha."
Esta novela no en vano ha
sido considerada por la crítica de todo el mundo como una de las más
importantes de la década. No sé si es verdad, pero a mí me lo ha parecido. La
he disfrutado desde la primera a la última línea
Su abuelo era maestro carnicero y luchó en la primera Guerra Mundial, en
las trincheras. Fue condecorado por el ejército alemán con la Cruz de Hierro. Y
entonces, hastiado de la guerra y de tanta matanza, abandonó Alemania en 1920
para ir a América.' Esta novela cuenta la historia de Fidelis Waldwogel,
personaje inspirado en el abuelo, que, al acabar la guerra, abandona su
tranquilo pueblo alemán para poner rumbo a América con su esposa Eva y una
maleta llena de las famosas salchichas ahumadas de su padre y de sus valiosos
cuchillos de carnicero. Fidelis acabará instalándose en Dakota del Norte, donde
trabajará muy duro para sacar adelante un negocio, un hogar y un coro con las
mejores voces del pueblo. Pero las aventuras de Fidelis en el Nuevo Mundo
comenzarán de verdad cuando conozca a la asombrosa Delphine Watzka...
Mi comentario
La verdad es que desconocía quién
era Louise Erdrich.
Su nombre me apareció por
primera vez al leer un blog literario que me gusta bastante porque suele ser
equilibrado. Hablaba elogiosamente de esta novela y de la que obtuvo el
National Book Award for Fiction en 2012. Pero no tenía ni idea de lo que me iba
a encontrar.
Si fuera un buen productor de
cine capaz de captar el capital necesario, correría a adquirir los derechos
cinematográficos o, mejor, televisivos, de esta novela. Es una narración tan
bien escrita que la contemplas en la pantalla de tu mente mientras la lees.
Louise Erdrich tiene 60 años
y en sus genes están las raíces alemanas e indias Chippewa igual que Delphine,
la protagonista de la novela. Su abuelo, alemán, luchó con su país en la
Primera Guerra Mundial y sus hijos lucharon con el ejército de los Estados
Unidos en la Segunda. Aunque la novela es una ficción se basa en muchos hechos
reales, como por ejemplo la terrible matanza de indios en Wounded Knee o todo
lo relacionado con los carniceros alemanes y sus coros. Efectivamente, el
carnicero que aparece en la portada del libro, repeinado y luciendo un
resplandeciente delantal, era su abuelo
Ludwing Erdrick.
Es una escritora que, en
cierta forma, se ha destacado por difundir y defender sus raíces indias. En
esta novela, los crees o los ojibwe de los que desciende, aparecen
marginalmente, pero en la que ganó el premio que antes he citado, “La casa
redonda”, está plenamente dedicada a ellos.
Es una obra coral con dos
polos bien definidos: por una parte, el maestro carnicero Fidelis Waldwogel y
su familia (Eva y sus cuatro hijos), y por otra Delphine Watzka, la fascinante
polaca medio india que seduce al lector desde la primera página en la que aparece
haciendo equilibrios junto a su indefinible compañero, Cyprian Lazarre, también
con raíces indias.
Todos confluyen en un pequeño pueblo imaginario de Dakota
del Norte llamado Argus. Allí se desarrollan sus dramáticas vidas y el lector
las sigue totalmente embrujado por la magia de la literatura.
Flora Hansen se hace llamar
médium espiritista y dice estar capacitada para hablar con los muertos. Una
tarde de agosto lee en la prensa acerca de un brutal asesinato ocurrido en un
centro de menores. Flora, con el deseo de sacarse un dinero extra, decide llamar
a la policía para contarles que el espíritu de la muerta se ha puesto en
contacto con ella, pero nadie la toma en serio. Los resultados de la
investigación técnica atribuyen la autoría del asesinato a otra de las
internas, que se dio a la fuga la misma noche de los hechos. En paradero
desconocido desde entonces, es el objetivo de todas las fuerzas policiales de
la zona. Sin embargo, el psiquiatra que las atendía insiste en su inocencia. La
chica, de carácter pacífico y reservado, jamás ha mostrado tendencias
agresivas. Oficialmente, el detective Joona Lina sólo participa en el caso como
observador, pero termina iniciando una investigación por su cuenta. Aun así, la
pieza clave del puzle se le resiste. Una y otra vez repasa el escenario del
crimen: visualiza a la chica tumbada sobre la cama ocultando la cara bajo sus
manos, como si estuviera jugando al escondite; recuerda su postura relajada,
como si todavía siguiera con vida.
Booktrailer de la obra:
Los autores:
Ahora entenderán el juego de dos novelas suecas y tres autores. Lars Kepler es en realidad el seudónimo
utilizado por el matrimonio de Alexander Ahndoril y Alexandra Coelho Ahndoril. El
hipnotista fue la primera novela que firmaron con este seudónimo y los
autores decidieron revelar su identidad tras el éxito internacional obtenido
por la obra.
Son una pareja de escritores y padres de tres hijas, que se habían labrado una
solvente carrera literaria por separado. Decidieron esconder sus nombres bajo
el seudónimo de Lars Kepler para que su obra fuera recibida por el público sin
opiniones preconcebidas ni prejuicios. Alexandra Coelho Ahndoril ha escrito
tres novelas y Alexander Ahndoril ha sido nominado al Independent Foreign
Fiction Prize otorgado en el Reino Unido con su novela Regissören, cuya trama
se inspira en la vida de Ingmar Bergman.
Mi comentario
Anteriormente había leído “El
Contrato” (que no me gustó mucho) y “El Hipnotista” que me gustó bastante más.
Fue llevada al cine y , que recuerde, pasó sin pena ni gloria.
“La vidente” se lee bastante
bien. Hay un poco de trampa (o recurso de escritor de novela negra, como
quieran) porque la vidente tiene un papel muy secundario en las tres primeras
partes de la novela. Mientras estaba leyendo pensaba: “¡qué personaje más patético.
¿Por qué lo habrán elegido como título si casi no pinta nada?”. Pero claro, ahí
estaba el truco. En la última parte todo se explica.
Menos mal que los autores no
han estado jugando en serio con lo de los fenómenos paranormales. Me molesta
muchísimo que en una trama, sea la que fuere, se mezclen la racionalidad con la
irracionalidad. Si quiero leer un libro de fantasía no busco una novela negra y
viceversa. Este es un punto a su favor.
En contra. Hacia mitad de la
novela la acción se dispersa y la mente del lector también. He estado
consultado opiniones de otros lectores y coinciden en este punto.
Finalmente: el asesino es
totalmente previsible porque es el único posible.
Al margen de todo ello, es
una novela que entretiene.
La mirada de los ángeles
Camilla Lackberg
Maeva
Sinopsis de la obra
Tras la muerte accidental de
su hijo pequeño, Ebba y Mårten se trasladan a la isla de Valö para rehacer su
vida. Ahí, se instalan en una granja enla que vivió la familia de Ebba hace
muchos años. Pero la tragedia los sigue acechando, y un incendio, a todas luces
provocado, saca a relucir la historia siniestra que pesa sobre la granja. Hace
treinta años toda la familia de Ebba desapareció sin dejar rastro. Solo se
salvó ella, entonces un bebé de un año, a quien encontraron sola en la casa.
Desde ese momento, recibe una misteriosa felicitación el día de su cumpleaños,
firmada con una simple G...
Patrik abre
una investigación, y Erica, siempre en busca de material narrativo, empieza a
tirar del hilo de la historia de la granja por su cuenta. Un acto impulsivo de
Anna, la hermana de Erica, aún afectada por la pérdida del bebé que esperaba,
revelará la verdad de golpe.
Así lo he leído
Camilla Lackberg es una vieja
conocida de este humilde blog que ha venido comentando cada una de sus obras.
Cuando sigues a un autor de novela negra que siempre usa los mismos personajes,
tienes la ventaja de ahorrarte una serie de descripciones y de historias de los
mismos. Son casi de la familia. A Pactric y a Erica los hemos ido siguiendo
desde antes de su boda y luego cuando han tenido a Mara y a los gemelos.
Conocemos los problemas con los hombres de la hermana de Erica, Anna, y los
desastres que puede causar el inepto jefe de la brigada Mellberg o el vago de Gösta.
Nos sabemos una buena parte de la novela antes de leerla. Y ¡claro que ésto es
una ventaja!. En las novelas de Camilla Lackberg una de las características es
que salen muchísimos personajes (algunos con nombres llenos de diéresis, “jotas”
y “kas” que uno los lee pero que no sería capaz de pronunciar como la isla en
donde se desarrollan siempre las tramas: Fjällbacka ).
Curiosamente he leído estas
dos novelas, la de Lars Kepler y la de Camilla Lackberg, y, aunque son
completamente diferentes en su arquitectura y enfoque, tienen en común la
problemática de “ángeles”, de niños y niñas. En la de Kepler se trata de una
especie de manicomio para adolescentes con problemas mentales y en la de
Lackberg la acción se desarrolla en un internado para adolescentes problemáticos
(pero ricos).
Normalmente me gustan
bastante las novelas de Camilla Lackberg y así lo he demostrado en las
sucesivas reseñas, pero en ésta algo me está dejando insatisfecho. Quizás sea
por la enorme publicidad que se le ha dado aprovechando la Feria del Libro.
Aquí volvemos a tocar
problemas que deben estar muy candentes en la sociedad sueca: las consecuencias
y traumas de la II Guerra Mundial, en la que Suecia se mantuvo (o la dejaron mantener)
neutral por ser de raza aria; el resurgimiento del nazismo o de la extrema
derecha en la vida política y parlamentaria, el rechazo o directamente el racismo
ante la “invasión” de inmigrantes de todas partes del mundo deseosos de
aprovecharse del estado de bienestar sueco que tanto dinero cuesta a los
contribuyentes. Todos estos temas, con mayor o menor acento, han sido tocados
en novelas anteriores de Camilla Lackberg.
¿Qué es entonces lo que me chirría
en este relato?. Quizás sea porque hay una trama secundaria, la de las
antepasadas de Ebba, la protagonista, que me parece demasiado rebuscada. No
creo que fuera necesario meter a Hermann Göring para relacionar a la antepasada
de Ebba con el nazismo. O no me resultan muy creíbles por exageradas las
intervenciones de Erica, la esposa del policía, que llegan a crispar los
nervios del lector.
No sé. Quizás esperaba más o
algo nuevo de Camilla Lackberg y me he encontrado con un plato de distinta
pasta pero como el mismo aderezo de siempre.
Probablemente, cuando ustedes
la lean, no lo verán así.